ÍNCUBO
Los hijos de los íncubos suelen ser jóvenes de perversa belleza y de un alma muy sensible a ser controlada por la oscuridad.
Nacen con grandes poderes y la mayoría de ellos (al conocer sus orígenes) buscan a sus padres para que les transformen en íncubos o súcubos, proveyéndoles de alas, cuernos y aumentando sus poderes...
Curiosamente, por muy malvado que pueda resultar el hijo de un íncubo siempre protegerá y defenderá a su madre humana con una férrea lealtad, lo que les convierte en hijos e hijas modélicos.
Los íncubos o incubus son los que conocemos como el demonio tradicional. Son de la rama ígnea, aunque en algunos casos pueden ser de la rama de oscuridad. Son los demonios masculinos. El demonio femenino recibe el nombre de súcubo.
Según la creencia popular, los íncubos se posan sobre las personas mientras duermen, sin permitirlas moverse, aunque sean conscientes.
Mientras las observan de cerca, deciden si maldecirles (en el caso de los varones) o violarlas (en el caso de las hembras).
Aunque hay muchas clases de íncubos, muchos tienen el aspecto de hombres jóvenes y sensuales que a menudo seducen a las humanas y elfas para tener relaciones con ellas.
Lejos de temerles, muchas mujeres están encantadas de tenerles como amantes, aunque han de tener cuidado de no quedarse preñadas.
No todos los íncubos son necesariamente hombres jóvenes y apuestos. Muchos íncubos tienen un aspecto más bestial y una frecuente pigmentación roja en la piel.
Estos subtipos son menos inteligentes y tienen menos poderes mágicos, pero son tremendamente más poderosos y fuertes.
Cuanto más grandes son ellos y sus cornamentas, más devastadores son. A menudo los ejércitos de demonios están compuestos por estos subtipos de íncubos (concebidos para el combate) y dirigidos por los que tienen aspecto de jóvenes, mucho más sensibles, educados e inteligentes.
Los diablos son un subtipo de demonio bastante común, conocidos por su fuerte color rojo, sus alas, sus cuernos y su cola acabada en punta. Suelen ir armados con tridentes.
Mientras que los que tienen el tamaño de un hombre adulto son perversos, amantes de la violencia y uno de los demonios más retorcidos, les hay que tienen el tamaño de un duendecillo.
A éstos últimos se les conoce como diablillos y son pícaros y revoltosos. Aunque les gusta hacer trastadas por aquí y por allá, no son necesariamente malos y a menudo tienen buenas relaciones con los humanos que saben cómo tratar con ellos.