FÉNIX
El ave fénix es conocido por todos por sus dos más increíbles características. En primer lugar, que es capaz de envolver su cuerpo en llamas e incluso de exhalarlas. En segundo lugar, que, según se dice, son capaces de renacer de sus propias cenizas al morir.
Mientras que algunos sostienen que los fénix se encuentran permanentemente ardiendo, estudios recientes por sabios del desierto de Möl confirmaron que el ave puede envolverse en llamas a placer. También se demostró que su plumaje, de un color rojo incandescente, reflejado la luz del sol, es capaz de dar una sensación flamígera visto desde abajo.
Aunque son pocos los afortunados que han sido capaces de ver un huevo de fénix, la existencia de estos huevos son la más sólida prueba de que estas criaturas no son inmortales.
Aunque se sospecha que tienen un número límite de resurrecciones o que éstas sólo se dan en determinadas condiciones, aún no se ha logrado indagar más sobre ese fascinante tema.
Se sabe que los fénix son aves migratorias que suelen volar en solitario. Aunque su tamaño medio es el mismo que el de un águila común, se han afirmado avistamientos de ejemplares realmente colosales.
Es sabido que los fénix mueren envueltos en sus propias llamas. Al principio, se creyó durante siglos que al morir los fénix dejaban en sus cenizas un nuevo huevo (lo que les dio la fama de seres inmortales), pero hay testimonios de que es un nuevo ave el que resurge de las cenizas y no un huevo; por lo que la resurrección y la reproducción habrían de contemplarse como dos sucesos distintos.